durante
mi existir, esa que se acerca ligeramente suave entre la sangre y el
dolor,
esa que se asoma entre los más áridos y desérticos lugares del alma,
esa
que grita en silencio ¡Aquí estoy! ¡Ayúdame a escapar! Esa que no le
escuchamos
su grito en el silencio bullicioso del terror.
Esa
que existe, que vive, que respira, esa que implora por nacer, esa que
reacciona
con la palabra amor, esa que espera paciente y a la vez
urgentemente
por darse a conocer, esa que está en segundo plano en la lista
del
deber de quienes mueven este mundo agitado por el odio y la traición,
esa
que ya no quiere estar oculta, esa que quiere actuar en plenitud, esa que
alarga
sus brazos, golpeando las puertas del corazón de aquel sordo humano
que
no oye su voz, esa que escribe el poeta, esa que canta el tenor, esa que
emerge
del alma, esa que siempre escuchamos en la oración, esa es la
palabra
más dulce que todos queremos gritar, lo
digo con emoción, ya no
quiero
más guerra, ni en el mundo, ni en mi corazón.
Irene Gutiérrez Valdebenito.
Rancagua
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